¿UN NUMERITO PARA MERMAR TU SALUD?



 Lleva llegando la Navidad desde hace unas semanas. Las luces ya están puestas y el espíritu está ahí, a nuestro lado; aún sin ser “muy navideños”, nos invade allá dónde vayamos. 

Este año es bastante diferente. Y no es necesario señalar los motivos por los que es diferente. Sí, el maldito COVID. 

Pero aún así, el espíritu navideño está junto a nosotros. 

Yo soy una persona de barrio. De un barrio en el que la tradición es empezar con los típicos “sorteítos” de Navidad desde que estamos a mediados de noviembre. 

Estos sorteos nos rodean; y allí a dónde vaya, la tradición se repite. Da igual en qué pueblo y qué barrio me encuentre o vaya. Porque si entro en cualquier tiendecilla de cualquier barrio, ahí está ese panel que va desde el 01 al 99.  

- ¡Niña, apúntate a un numerito, hija! Que sólo es un euro. 

- Pero, ¿qué sorteáis? ¿Un décimo de Navidad? 

- ¡Qué va! ¡Sorteamos algo mucho mejor! Lo de sortear los décimos de Navidad es de “antiguo”. Sorteamos esa cesta que ves ahí arriba, la de chocolates, turrones, dulces, golosinas. Para que no te falten los dulces en estos días tan especiales. Para ti, para tus hijos o nietos; o para tus sobrinos…

Y entonces, una catarsis mental me sobreviene. La verdad es que yo soy algo “chuchona” (¿se dice así, no?). Vamos, que me gusta deleitarme, de vez en cuando, con un bombón de esos de buena calidad. Soy de las que compro muy poco. Porque, tal y como he escuchado por ahí, “¡Si te lo vas a comer, no lo compres!” Así que, como me conozco, y conozco los ingredientes de estos bomboncitos ricos, pues prefiero no estar bajo la tentación continua. Pero he de asumir que de vez en cuando alguno cae.

Cuando entramos en esas tiendas nos sentimos tentados por una gran cesta repleta de colores, guirnaldas y adornos navideños. Y todos envuelven una realidad llena de azúcares simples, grasas no saludables y calorías vacías, y miles de antinutrientes más.... Cestas llenas de sustancias que sólo nos aportan, si se consumen tal y como se suelen consumir en estos días, una sensación de saciedad limitante con el “ya no puedo más” o el “no me cabe ni una almendrita más”. 

Desde bien temprano, mucho antes de que empiecen las Navidades, nos sentimos atraídos por estos productos. Y es que los agentes obesogénicos hacen su función con notable eficiencia. 

Y que conste que no quiero demonizar; sólo advertir. Advertir que si nos dejamos llevar, sin escuchar a nuestro organismo y sin ser conscientes del peligro que puede tener para nuestra salud, y utilizamos la inercia navideña para quitarles el papel a  una gran cantidad de estos productos y ponernos “tibios”, puede ser que podamos incurrir en las terribles molestias “navideñas”. 

Hay que jugar y apostar por esos números que “te llaman” al poner la mirada en esos paneles de sorteo. Pero siempre teniendo en cuenta que esas apuestas deben ser precedidas por la coherencia de unos hábitos alimentarios saludables.   

Porque hay que cuidar  nuestro paladar, pero siempre ¡ESCUCHANDO Y MIMANDO A NUESTRO ORGANISMO! 

Ah! Y una última cosa! ¿Para cuándo unas cestas repletas de frutas o frutos secos? ¡Eso sí que sería la panacea de la Navidad del Nutricionista! 😋 Seguiremos soñando… ^^


Comentarios

Entradas populares