¿INFLUENCERS O CRÍTICOS GASTRONÓMICOS DE POCA MONTA? LA DEVALUACIÓN DE LA COCINA…
Pero hoy no voy a comprometer vuestro punto crítico, porque hoy solo vengo aquí hablaros de la distorsión del papel de la cocina.
Veréis, como sabéis, además de Nutricionista, soy Cocinera profesional. Y sí, en aquéllos sitios en los que he trabajado, la máxima siempre ha sido satisfacer las papilas gustativas del comensal; dándoles un gusto, también, a los sentidos sensoriales de la vista.
Y es que en los Restaurantes y lugares en los que se sirve comida al comensal, el objetivo es precisamente ése. El comensal debe salir satisfecho, después de haber vivido una experiencia gastronómica única.
Pues bien, ciertos sitios de comidas, con tal de publicitarse, contactan con esas personas inconscientes que se prestan a grandes retos de comida. Y les proponen que, en un corto periodo de tiempo, se “metan entre pecho y espalda” kilos de comidas hiper-procesada.
Podéis verlo allá por dónde vayáis en el ámbito de las Redes Sociales. En muchos perfiles de bares/restaurantes/comercios de venta de comida, se practica este maldito juego. Un juego que se presagia de doble filo. Porque, con esta práctica, estos lugares ganan más publicidad, pero el filo cortante lima, hasta hacer desaparecer, una función esencial de la gastronomía y de la cocina: satisfacción sensorial del comensal, velando también por sus intereses nutricionales.
En el código Deontológico del Cocinero, hay una norma esencial ética-moral sobre la que se debe basar su acción: la responsabilidad que mantiene en la sana alimentación de los comensales.
Y es aquí dónde lanzo una pregunta, en estos casos ¿la cocina se prostituye? ¿Los cocineros son parte del problema? ¿Son los empresarios de esos locales los que mantienen una mayor responsabilidad?
No me gustaría publicitar a esos “influencers” de la comida basura, que cada vez más, forman una parte importante, en cuanto a número, de la población. Se multiplican e invaden a nuestra sociedad. Influencers que nos dictan en qué sitio debemos hacer alguna de nuestras comidas para salir como cuál “bolita de grasa” rodando. Personas que tienen, cada vez más, un gran número de seguidores, que no dudarían en seguir sus pasos y someter a sus arterias al máximo grado de resistencia. ¡Qué barbaridad! E influencers que ayudan a estos sitios de comida hiper-procesada, gracias al sometimiento a esos retos, a tener más y más comensales.
Las reglas del juego son difusas. Aunque los jugadores siguen ganando. Ganando económicamente, ¡claro! Porque en lo que respecta a la salud, en ese término, SALEN PERDIENDO.
Las consecuencias son terribles: dispepsia funcional, afectación en el vaciado gástrico, dilatación gástrica, sobreesfuerzo a todos los niveles, e ingestas desequilibradas de elaboraciones con gran densidad calórica. Todas las consecuencias están direccionadas a un mismo destino: merma de la salud.
El equilibrio entre fama, dinero y salud queda algo desproporcionado, ¿no creéis?
Más adelante se va a tratar sobre el origen de estos “Retos de comidas”. Es curioso pero aunque creía que esta práctica venía de la parte occidental, de Estados Unidos, para nada es así. En tal caso, Oriente gana; más concretamente, Corea.
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